El Papa Francisco cautiva a todo el mundo por sus gestos, palabras y vida como testigo de la Verdad del Evangelio. Es acogido por creyentes y no creyentes, contribuye con su humildad y trato a la recuperación del prestigio que perdió la Iglesia del poder.
Los pobres están siempre en el centro de sus miradas. No es de extrañar, pues, que quienes quieran estar a su lado, han de “oler a oveja”. Prefiere los que dan el dinero a los pobres, aunque no puedan ir a Roma para hacerse una foto a su lado. Se identifica con los que se conforman con el fruto del sudor de su frente y rechaza a quienes se consideran dueños de la viña del Señor en lugar de administradores.
Quiere obras concretas, no palabras. El amor en obras para que los demás crean. “Cuando vean que os amáis…, creerán en Mí”.
Como el presidente de Cuba, tras su visita al Papa, hay muchos ateos y agnósticos cerca de nosotros, quienes, en la “periferia” que él proclama, manifiestan su aproximación a la Fe con similares expresiones: “El Papa Francisco y este sacerdote me están convirtiendo…”, del agnóstico, o “Cuídese mucho, que le necesitamos”, del grupo de gitanos que disfrutaban días de convivencia por amor fraterno en la Residencia de Hermandades del Trabajo de Badajoz en Punta Umbría.
En el horizonte, hoy, tras largos años de oscuridad, se vislumbra una luz, fruto de esa oración sincera y sentida de los pobres e indefensos, que comienza a disipar las tinieblas de la falsedad y la injusticia del poder administrativo, al amparo de la fiscalía, garantes de la legalidad, con grave perjuicio para las víctimas de la ambición de los poderosos y caciques.
La casa de los extremeños en el mar, Residencia “Ntra. Sra. de Guadalupe” en Punta Umbría, podrá abrir sus puertas, por fin, con más seguridad que en años anteriores, gracias a la acción de la Justicia ante la Administración local, que ha favorecido las infracciones urbanísticas de los vecinos, sancionadas en Decreto de 22 de junio de 2006 y Sentencia judicial de 5 de septiembre de 2012, aún sin ejecutar la demolición, pero comunicada al Juzgado.
En esta incruenta pero muy dura batalla, damos gracias al Todopoderoso, que nos conforta en la soledad, y ofrecemos a sus preferidos, que no van a hoteles ni restaurantes, nuestras modestas pero dignas instalaciones y el más cálido y desinteresado servicio, anticipando las gracias por la oportunidad que nos ofrecen de servir en ellos a Cristo.
Badajoz, mayo de 2015.
Juan Antonio Jiménez Lobato y colaboradores.