La Hermandades del Trabajo, ¿para qué?
Ideario de Hermandades:
- Somos una organización apostólica y social de trabajadores, por cuya dignidad y derechos lucharemos incansablemente.
- Buscamos el encuentro de los trabajadores con Cristo, mediante el desarrollo perfecto, natural y sobrenatural, de la propia personalidad.
- Nos exigimos y pedimos a todos los demás trabajadores, conciencia de la responsabilidad como miembros activos de una sociedad humana y sobrenatural.
- Nos proponemos la reivindicación cristiana de las estructuras sociales, mediante la capacitación adecuada de promociones de trabajadores, que actúen plenamente entregados a esta empresa.
- Nos obligamos a no descansar jamás, luchando para que los trabajadores tengamos el puesto de honor que nos corresponde y se nos exige en la Iglesia y en la sociedad humana.
- Exigimos para la familia cuantos medios necesita como institución básica de la sociedad para la educación humana y cristiana.
- Defendemos para la mujer un puesto de igualdad con el hombre, en su actuación social y cristiana.
- Asignamos a nuestras juventudes un puesto de honor y de grande esperanza.
- Nos consideramos miembros militantes de la Iglesia, siempre en línea de vanguardia, sin cobardías ni respetos humanos.
- Con sumisión filial a la autoridad de la Iglesia, infalible en su destino y magisterio universal defenderemos valientemente las directrices que marque.
- Nos sentimos íntimamente doloridos ante la descristianización de nuestros compañeros de trabajo.
- Nos sentimos en el mundo del trabajo ejecutores del testamento de sangre de Cristo trabajador.
- No nos conformaremos egoístamente con salvarnos cada uno de nosotros, necesitamos la salvación de todos nuestros hermanos trabajadores.
- Lucharemos con nuestro testimonio y con nuestra acción apostólica por la moralización de los ambientes de trabajo, para que el materialismo no destruya la dignidad del espíritu.
- Afirmamos que el trabajo en todas sus formas es la virtud humana más fundamental.
- El trabajo nos hace semejantes a Dios en su acción creadora; nos redime, santifica y tiene valor eterno como acto de amor a Dios y al prójimo.
- No toleramos que nos consideren como instrumentos mecánicos de producción, olvidando que somos, ante todo, hombres, hijos de Dios y con un destino eterno.
- Queremos una mayor cultura humana y técnica para que nuestro trabajo sea más útil en la sociedad.
- Nuestro trabajo no está al servicio del egoísmo, sino del bien común, y afirmamos que quien no hace producir sus propios talentos traiciona a Dios y a la sociedad.
- Propugnamos una justa participación en la riqueza que producimos y afirmamos que defraudarnos en nuestros derechos sagrados es un delito contra la dignidad de la persona.
- No admitimos ninguna tutela que nos considere incapaces de luchar cristianamente para conseguir nuestros derechos indiscutibles.
- Pedimos 1a supresión de privilegios y concesiones exclusivistas que destrozan el orden económico, social y cristiano.
- Concebimos la empresa como una comunidad de personas encaminada al bien común y regida por la moral y el derecho.
- Pedimos una organización del trabajo en la empresa que permita al trabajador su iniciativa personal ejercida con sentido de la responsabilidad.
- No podemos tolerar la explotación de los trabajadores por parte de las empresas, con salarios insuficientes y mínima participación en beneficios, causado todo ello o no por la autofinanciación.
- Propugnamos un sistema de Seguridad Social total que garantice vida digna a los trabajadores y a cuantos de ellos dependen, sin gravamen injusto de ninguna clase.
- Defendemos un sistema de asociación laboral auténtico, representativo, responsable y libre.
- Consideramos que el sentido de responsabilidad ha de ser código de honor sindical: de los dirigentes ante sus representados y del sindicato ante el bien común.
- Acusamos de traición a cuantos trabajadores, por coacción o por propio interés, no defiendan en sus puestos de responsabilidad los derechos de sus hermanos.
- Todos los medios justos, sin excepción de ninguno, deben estar a nuestro alcance para defender nuestros propios derechos.
- En nombre de la caridad cristiana condenamos la lucha de clases por inhumana, pero reivindicamos una mayor justicia que acorte la distancia entre los hombres.
- Actuaremos incansablemente para que cada trabajador tenga una conciencia individualizada de sí mismo y que no sea víctima de la despersonalización de las masas sin alma.
- Afirmamos que el esfuerzo económico de la sociedad para una mayor capacitación de los trabajadores es una inversión necesaria e ineludible para el bienestar nacional.
- Nadie por su cuna o por su fortuna debe ser privado de sus valores humanos para vivir y dirigir los problemas de la vida pública.
- Las Hermandades del Trabajo nos comprometemos a promover una mayor capacitación profesional y crear cuantas obras sean necesarias para activar la promoción de todos nuestros hermanos.
- Queremos un desarrollo económico-social que favorezca a los trabajadores en las zonas atrasadas y deprimidas.
- Igual que no toleramos la injusticia social y económica entre los grupos de una nación, no podemos tolerar tampoco la injusticia social entre los pueblos.
- Aspiramos a una mayor igualdad económica, social y cívica entre los trabajadores de todo el mundo.
- Pedimos para el mundo del trabajo la presencia que se le debe en todos los problemas de vida pública.
- Reclamamos una distribución geográfica de la vida económica que haga de la emigración un derecho y no una necesidad.
- Exigimos la máxima capacitación y protección para los emigrantes hasta que su vida quede plenamente normalizada.
- Defendemos y exigimos la indiscriminación entre los trabajadores inmigrados y nativos, cualquiera que sea su raza, religión y condición.
- Nuestra voluntad es, al servicio de Dios, en la paz de la justicia, llegar a la mayor unión fraternal con todos los que se esfuerzan por el bien de los hombres.